domingo, 27 de abril de 2008


Dos fragmentos de Los diaros de Franz Kafka:

"Por descontado, nada en el mundo puede ya salvarte, y así, ante su conducta, se puede pensar en el cadáver de un ahogado que arrastrado a la superficie por una corriente, choca con un nadador cansado, le pone las manos encima e intenta agarrarse. El cadáver no vuelve a la vida y ni siquiera puede ser puesto a salvo, pero puede hundir al hombre consigo"


"El que no sabe qué hacer con su vida mientras vive necesita una de sus dos manos para desviar un poco la desesperación por su destino -esto ocurre de un modo muy imperfecto-, pero con la otra mano puede tomar nota de lo que ve por debajo de las ruinas, porque ve cosas diferentes y en más abundancias que los otros, es, sin duda, un muerto en vida, y a la vez el único superviviente, lo cual no presupone que no necesite las dos mano, y más si las tuviera, para luchar contra la desesperación."

miércoles, 16 de abril de 2008

Amalia colecciona hojas de árboles. Las pone en algún bolsillo o en la mochilla. Junta cinco al día y sólo las que encuentra en el piso. Jamás las arranca de los árboles. Las guarda en cajitas que esconde debajo de su cama. Ya tiene ocho. Algunas son amarillas, otras verdes. Algunas se deshacen, otras pareciera que todavía cuelgan.
Marcelo tiene el brazo apoyado en el tablero, agarra un lápiz mordido y mira abstraído el diseño de una autopista; a su alrededor lápices rotos por el piso, el escritorio y gran cantidad de viruta desparramada. En la puerta Estela, su ex novia, con una valija de piel de cocodrilo y el rimel corrido, que regresó de Moscú cuando se enteró que su ex suegra fue internada en un geriátrico y que él no visita.